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Cómo motivar a los niños para hacer los deberes

Hacer deberes

Ganar la batalla desde el colegio y en la familia

¡No quiero hacer los deberes!, escuchamos frecuentemente a los niños de primaria. Son las nueve de la noche y se acuerdan de que tenían dos páginas de problemas de matemáticas para mañana. Llega el drama. Los enfados, las prisas…

 

Foto de anna gutermuth vía Flickr

Hacer deberes se convierte en una tarea desagradable que no puede compararse con jugar, porque no es divertido.

Solucionar este problema no es fácil y depende de muchas circunstancias, del niño, del colegio, de cada profesor, del entorno…

Algo se puede hacer para intentar aliviar esta “carga” y convertirla en una parte más de el día a día que además puede traer recompensas en forma de autoestima y a veces hasta algún que otro premio. Buscar buenas razones para hacer los deberes es un trabajo que hay que elaborar desde los dos frentes implicados. Colegio y Familia.

 

Nada más llegar a clase, a las nueve de la mañana, después de los saludos y el reparto de responsabilidades del día (escribir la fecha, repartir los libros etc…) hay una tarea que a los alumnos les motiva especialmente.

Lo llamamos el “policía de los deberes”. Dicha tarea consiste en revisar mesa por mesa quién ha hecho los deberes y quién no. Ellos y no la maestra revisan y deciden. Al que los ha hecho se le felicita y al que no, se le penaliza con diez minutos de recreo en la clase. No aceptan excusas salvo motivos familiares o de salud.

Este sistema podría parecer algo rígido, pero el hecho de que sean ellos mismos los que se felicitan o amonestan les da cierta emoción y se sienten importantes, de manera que cada vez son menos los alumnos que fallan en los deberes, ya que cuando están trabajando en casa tienen la seguridad de que si lo hacen recibirán la felicitación de sus compañeros y por lo tanto los harán con más ilusión.

 

La vuelta al cole es generalmente un motivo de alegría para los niños, excepto cuando nos enfrentamos al mismo problema de siempre: nos cuesta que se pongan a hacer los deberes.

Hay teorías que afirman que los deberes deberían suprimirse. Yo como maestra y madre, creo que siempre que no sean excesivos, los deberes comprometen a los niños a ser responsables a fijar los contenidos aprendidos y a los padres a evitar que aprovechen el “no tengo deberes” para engancharse a las consolas. Si se da el caso, el tiempo de los deberes se puede sustituir con lectura o dibujo.

 

En primer lugar debemos comprobar las agendas de los niños cuando vienen del colegio en las primeras semanas, para asegurarnos de que han apuntado sus deberes y más adelante deben ser ellos mismos los que nos lo cuenten para así estimular su memoria y su sentido de la responsabilidad.

Después es muy importante el lugar donde se trabaja. En casa, si es posible, se debe buscar un espacio, siempre el mismo, bien iluminado y cómodo ya sea es su habitación o en otro lugar de la casa. A los niños no les suele gustar mucho el orden (porque requiere esfuerzo), pero se les puede enseñar que en una mesa ordenada se trabaja mucho mejor.

 

En cuanto al tiempo, es mejor que los deberes los hagan nada más llegar a casa, después de merendar (si pueden y no tienen demasiadas extraescolares), de esta manera se les puede premiar con un rato de televisión o juego como recompensa al esfuerzo y así poco a poco se acostumbrarán a que este esfuerzo merece la pena y que dejar los deberes para el último momento del día solo trae problemas, cansancio y una sensación de obligación, ya que hacerlos a última hora, solo tiene como premio irse a dormir agotado.

Es recomendable (suele funcionar bien), que a la hora de hacer los deberes la persona que esté con ellos también este haciendo algo que el niño identifique como responsabilidad ya sea una tarea doméstica, una lectura o trabajo de cualquier tipo, para que así los niños asocien el momento de los deberes como el momento de los deberes para todos.

 

A la hora de hacer las tareas es muy importante que no les ayudemos desde el principio, sino que intentemos que arranquen solos el trabajo y que cuando lo acaben o cuando lleven un rato vengan a enseñárnoslo para que les felicitemos o les corrijamos. Eso les hará sentirse más seguros e independientes.

 

Si la respuesta de los padres, profesores y compañeros ante los deberes es positiva y estimulante, será mucho más llevadero conseguir que no se conviertan en una desagradable obligación, sino que a pesar de no ser lo que más les gusta hacer, sea simplemente lo que hay que hacer y de lo que nos sentimos orgullosos.

 

 

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Este artículo fue escrito por:

- que ha escrito 8 artículos en Comete la Sopa.

Maestra de Educación Primaria, especialista en Filología Inglesa, Licenciada en Historia y Filología. Madre feliz de dos niños adorables y profesora feliz de muchos más, que también lo son. Todos ocupan mi tiempo y espacio

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