Todavía recuerdo cuando era pequeño y viajaba de vacaciones en el coche de mi padre. Por aquel entonces, los niños viajábamos sin cinturón y muchas veces tumbados en los asientos traseros. Por fortuna, no estuve involucrado en ningún accidente serio y quizás eso me salvó la vida. Hoy las cosas han cambiado, aunque todavía tienen que cambiar más, sobre todo nuestra mentalidad sobre seguridad vial. Tenemos a nuestra disposición sistemas de retención infantil adecuados, pero, unas veces por desconocimiento y otras por dejadez, nos guiamos por la oferta de turno a la hora de comprar la silla para el automóvil y puede que estemos poniendo en peligro la vida de los que más queremos.