Ya huele a septiembre. Por una parte los padres o los abuelos desean que llegue el gran día. Por otra los niños, que están deseando volver a ver a sus amigos y a sus profesores, a pesar de que madrugar y tener que acostarse temprano sea lo que más les cueste…

El verano, rotas las rutinas, ha desequilibrado las horas de sueño, la comida, las normas… y en cierto modo, todos necesitamos la vuelta a la normalidad.

Foto por Darounet vía Flickr

Lo primero comprobar si todos los deberes del verano están terminados (o casi) para no encontrarnos con “maratones” de última hora. Después poner a punto el material necesario para  los primeros días. Ya sabemos que a todos los niños les gusta empezar el curso con todo nuevo. Lápices, rotuladores, carpetas, estuche, mochila… ¡qué bien huelen los libros nuevos!, pero dadas las circunstancias de la crisis que vivimos, diría que en estos pocos días que quedan para empezar sería interesante como entretenimiento en casa intentar “reciclar” algo de lo que conservemos del final del curso anterior.

Por ejemplo: las gomas de borrar que encontramos por los cajones o los estuches podemos darle una forma divertida con un cutter (una letra, un polígono). Los lápices de madera, unos más gastados que otros, se pueden reducir a un mismo tamaño con un sacapuntas y decorarlos con pequeños dibujos (lunares, rayas…) para así personalizarlos. Los archivadores son muy fáciles de “tunear” forrándolos con fotos de revistas, cromos, papeles de colores y cubriéndolos luego con plástico transparente.

También muchos de los cuadernos de espiral que han usado durante el curso tiene hojas sin usar al final, por lo que podríamos retirar con cuidado las otras y quedarnos con las que no están usadas, consiguiendo así un nuevo cuaderno, aunque más finito que nos sirva para los primeros días. Las barras de pegamento casi nunca se acaban y pueden volver a usarse, así como los sacapuntas y las tijeras. Los rotuladores fluorescentes metidos en un poco de alcohol pueden durar unos días más. Los bolígrafos (en mi casa aparecen por todas partes) suelen ser muy duraderos y a veces los desechan porque están mordidos o se cansan y sin embargo pintan bien y se les puede cambiar la tapa por otro gastado y queda ¡nuevo!

También pueden ser útiles todas esas carpetillas de plástico con las que van y vienen trabajos del colegio y que se quedan arrugadas en el fondo de la mochila, muchas se pueden planchar bajo un paño y quedan como nuevas.

Con los libros de texto es más complicado ya que a veces, las editoriales cambian de edición de un año para otro, pero dichos cambios no suelen ser trascendentales, por lo que se pueden usar libros de segunda mano (amigos, hermanos) y cuando llegue el momento de encontrar el contenido que falta, pedir al profesor o a un compañero que nos haga una fotocopia que añadiremos al libro. Hoy en día, las asociaciones de padres suelen organizar mercadillos de libros y también existen webs de segunda mano.

En cuanto a la mochila suele acabar “destrozada” al final de curso ya que generalmente están en el suelo de la clase o del patio o del parque y pocas sobreviven, lo mismo que los estuches (las cremalleras no perdonan), aunque para involucrar a los niños en las compras y se sientan responsables podemos pedirles que participen en los gastos con algo de sus pagas o sus pequeños ahorros para que así comprendan el esfuerzo que supone para las familias comprarlo todo nuevo.

Llega el día en que nosotros, los profesores, comprobamos cómo los alumnos han crecido en verano y escuchamos historias de uno y otro dando siempre la misma importancia al que ha pasado las vacaciones en un crucero o al que lo ha hecho en la piscina de su barrio. Todos tienen algo que contar. La tradicional redacción escrita sobre las vacaciones y “un dibujo por detrás” que todos los maestros solemos  plantear a los niños como actividad del primer día en el que difícilmente nos concentramos todos, suelen estar llenos de sorpresas, imaginación y recuerdos.

Hoy en día con los medios digitales, será más fácil sugerir a los alumnos que traigan algunas fotos del verano en sus dispositivos USB para verlas en la pizarra interactiva o en el ordenador de la clase y así compartir sus experiencias con la clase.

Cuando suene la campana el primer día de clase algunos no estarán, otros vendrán, pero todos empezaremos el curso con ilusión y “zapatos nuevos” ¡Suerte a niños, profesores y padres en este nuevo curso!