Aunque en los primeros días de vida del pequeño ya es posible realizarle la técnica PEATC-A (Potenciales Evocados Auditivos de Tronco Cerebral Automatizados) para comprobar su nivel auditivo de manera indolora, es importante conocer cuáles son los indicios que puedan suponer una sordera en nuestro bebé.
Asimismo, si en los primeros meses el niño no emite sonidos, no reacciona ante fuertes ruidos, no busca con la mirada a la gente al oírla y ni siquiera se relaja con las voces paternas, es importante acudir al otorrinolaringólogo para que determine su origen e inicie el tratamiento correspondiente.
De este modo una detección precoz antes de los tres años puede ayudar a que se alcance un nivel de comprensión y de habla equivalente al de un niño de cinco años.
En caso de no conseguir un descubrimiento precoz del problema, existen una serie de tratamientos farmacológicos y quirúrgicos (implantes auditivos…) que, junto con el uso de un audífono y una integración logopédica y educativa, pueden ayudar a mejorar la calidad de vida de los niños.
Aún así, es importante llevar un control desde las primeras semanas de vida sobre la evolución de las reacciones de los bebés para darse cuenta de si éste tiene alguna dificultad auditiva.