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Los primeros recuerdos de la infancia

 

¿Cuáles serán las primeras experiencias que queden en la memoria de nuestros hijos? ¿Cómo podemos ayudarles a fijar sus recuerdos de la infancia? ¿A qué edad la memoria empieza a dejar su huella permanente para toda la vida?  A continuación intentaremos aclarar algunas de estas cuestiones.

La huella permanente de los primeros recuerdos

Es curioso observar que los niños de 4  a 7 años son capaces de recordar experiencias de cuando solo contaban con 2 años de edad, pero que, según van creciendo, van olvidando estos sucesos tempranos y sólo rememoran acontecimientos más tardíos. Y es que, no es hasta los 3 años de edad, cuando se empiezan a fijar los recuerdos más tempranos que nos acompañarán durante toda nuestra vida. Aunque no se sabe muy bien por qué ocurre esto exactamente, algunos investigadores apuntan a la gran plasticidad del cerebro en estos primeros años de vida, que se reorganiza continuamente, difuminando recuerdos para dar paso a nuevos aprendizajes. Además no es hasta los 3 años de edad cuando los niños desarrollan algunas capacidades necesarias para fijar los recuerdos entre ellas:

  • Un lenguaje estructurado: para poder recordar algo con claridad se necesita una estructura narrativa para contar la experiencia y darle coherencia a lo sucedido.
  • Capacidad para interpretar lo vivido: cuando recordamos algo que hemos experimentado no lo hacemos tal y como sucedió, sino que rememoramos la vivencia tal y cómo la interpretamos.
  • Conciencia sobre lo que es trascendente: los niño a a esta edad ya son capaces de diferenciar lo que es algo poco habitual  de lo que sucede cada día.

¿Esos primeros recuerdos son exactos?

La claridad con que se recuerdan las experiencias pasadas depende de muchos factores y entre ellos está la edad del niño, ya que cuanto más pequeño sea, más se difuminarán los acontecimientos vividos.Recuerdos de la infancia

Otro factor que influye mucho en el recuerdo es la carga emocional implicada en la experiencia vivida. Los acontecimientos que afectan emocionalmente tanto de forma positiva como negativa se recuerdan mucho mejor que los neutros. Así que los sucesos que nos proporcionen mucha felicidad, miedo, tristeza,… serán fijados en nuestra memoria con más nitidez que otros.

Lo que sí hay que tener claro es que ningún recuerdo (ni siquiera los que tenemos de adultos que son recientes) son totalmente exactos a la experiencia vivida. Y es que ya cuando vivimos un suceso es imposible fijarse en todos los detalles que suceden, por lo que nuestro cerebro hace una selección de lo más importante y luego interpreta lo que ha pasado. Por lo tanto, como mucho, lo que podemos recordar, es la selección e interpretación que hizo nuestro cerebro de lo acontecido.

Foto por John-Morgan vía Flickr

Pero es que además, sólo recuperamos la memoria de una parte de la realidad vivida y el resto nuestro cerebro lo “rellena” para que nuestro recuerdo sea coherente. ¿Y cómo lo “rellena”? Pues con información obtenida después, con la imaginación, etc.  Y es que a veces los niños pueden llegar a pensar que recuerdan un acontecimiento que han oído contar a sus padres muchas veces, fijando en su memoria la visualización de la historia que le relatan sus progenitores pero no su propio recuerdo.

 

¿Cómo podemos ayudar al niño a fijar sus recuerdos?

  • Proporcionar al niño experiencias variadas:  el niño para recordar necesita explorar, tocar, sentir, en una palabra vivir los acontecimientos, no vale sólo con contarle que las cosas existen .
  • Utilizar todos los sentidos para recordar los sucesos vividos: cuando recordamos junto al niño una experiencia vivida además de contarla puede ayudarle ver fotografías, vídeos de lo sucedido, incluso recordar olores y sabores. El apoyo visual para los niños suele ser muy positivo a la hora de memorizarlo, ya que se recuerda mejor una imagen que una narración.
  • Ayudarles a interpretar lo que han vivido y ampliar sus conocimientos. Si el niño entiende lo que ha sucedido de forma completa lo recordará luego mejor. Por lo que explicarle el porqué de las cosas y añadir nuevos conocimientos, hará que el niño fije los recuerdos del evento de forma más permanente.
  • Hablar de los sentimientos que nos ha provocado el suceso vivido: es bueno para el niño aprender a expresar sus emociones y que los adultos estemos allí para explicarles que es normal que surjan sentimientos de miedo, vergüenza, tristeza,… en determinadas situaciones. De esta manera les estaremos ayudando a fijar los recuerdos de forma más positiva.
  • Repetir el recuerdo en variadas ocasiones: para que un recuerdo se fije de forma permanente nos podemos ayudar de la repetición. Ayudándonos (como hemos dicho anteriormente) de fotos vídeos, haciendo dibujos, contando la historia con recortables, …

 

Como veis los padres somos una parte fundamental en los recuerdos de la infancia que nuestros hijos irán construyendo, así pues ayudémosles a que esos recuerdos sean los mejores.

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Psicóloga y diplomada en logopedia. Madre de dos niñas preciosas y muy despiertas con las que disfruta cada minuto de su tiempo libre.

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